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Luis Martin Santos
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LUIS MARTIN-SANTOS - PERIPLO Y SIGNIFICACION DE TIEMPO DE SILENCIO

El premio Pio Baroja de novela

Luis presentó su novela Tiempo de silencio al primer premio Pío Baroja de novela, que tuvo lugar en San Sebastián en 1961. La Historia de este premio, además de ser un episodio importante en su vida, forma parte de la historia donostiarra y de la historia cultural del franquismo.

Hemos tenido la oportunidad de poder dialogar con casi todos los miembros del Jurado de dicho premio, lo cual nos permite acercarnos de manera certera a lo que realmente pasó.

La idea de convocar un premio literario surgió de José María Bellido Cormenzana; suya fue también la genial idea de su título, Pío Baroja, pues no era posible encontrar otro con más poder de convocatoria (3). En todo el proceso de gestación del premio, contó con el apoyo decidido de Antonio Nabal Recio, por aquel entonces Juez de Primera Instancia e Instrucción de Tolosa. Todo el proceso de preparación del premio se inició en el verano de 1960. Lo primero que hicieron ambos fue ponerse de acuerdo sobre los nombres de las personas que compondrían el Jurado y convinieron en que siete sería el número ideal y como los dos querían formar parte del mismo, necesitaban contar con cinco personas más.

Elvira Gallurralde fue la primera elegida. Su cultura literaria era amplia. Era licenciada en Filosofía y Letras. Aceptó encantada. Naballe propuso formar parte del mismo a Eugenio Altuna, intelectual tolosarra con el que solía asistir a una tertulia literaria, en la antigua capital foral de Guipúzcoa. También aceptó. De la mano de Altuna llegó al Jurado el también tolosarra Faustino Marquet, extraordinario personaje, capaz de repetir de memoria un capítulo cualquiera de cualquier novela escrita en España a lo largo de los últimos cincuenta años y poseedor de una de las mejores bibliotecas privadas de la provincia. Quedaban dos miembros del Jurado por designar. Los cinco vocales vascos decidieron dirigirse a dos personalidades de la capital del Estado. Miguel Pérez Ferrero había conocido personalmente a Baroja, conviviendo con él cuando Don Pío se exilió en Francia, al comienzo de la guerra civil. Aunque por aquel entonces sus tareas literarias se limitaban a la crítica de cine, que ejercía en ABC bajo el pseudónimo de "El Pato Donald", había hecho crítica de libros durante muchos años en El Diario Vasco de San Sebastián y tenía publicada una breve biografía de Baroja. También aceptó. El último miembro del Jurado fue Juan Fernández Figueroa, director de la revista literaria INDICE.

Los dos miembros madrileños del Jurado indicaron que no disponían de tiempo para leer todos los textos que fueran llegando, pero que estarían en San Sebastián días antes del señalado para las últimas votaciones, dedicados, la mayor parte del día, a leer las novelas que los jurados donostiarras estimaran como de más valía.

Hubo que fijar la cuantía del permio. Se convino que no habría accesits y se estableció un premio único de veinticinco mil pesetas que Faustino Marquet y José María Bellido, de mutuo acuerdo y en partes iguales, decidieron abonar al que resultara vencedor. La cantidad, equivalente a unas quinientas mil pesetas de 1987, no era excesiva, pero tampoco resultaba ridícula para un premio de novela que no contaba con ningún apoyo
económico oficial.

El local en el que tendrían lugar las votaciones finales y la proclamación del ganador sería el Café Madrid, situado en la entonces denominada Avenida de España, que antes fue y hoy se sigue llamando Avenida de la Libertad.

Irene Lafitte, la excelente pintora donostiarra, sería la encargada de pintar los dos carteles que enmarcarían las puertas del Café Madrid la noche del premio y otra joven donostiarra, ganadora del título de belleza, Estrella de España anunciaría a los asistentes a la ceremonia la concesión del premio (4).

Los preparativos siguieron su curso. En Noviembre de 1960 se publicaron las bases del Premio, cuyos puntos más importantes fueron los siguientes:

La extensión mínima de las novelas deberá ser de doscientos folios.
El tema será de libre elección.
La cuantía del premio será de 25.000 pesetas.
El premio podrá declararse desierto si ninguno de los oríginales alcanza un determinado nivel estético.
El plazo de admisión terminará el veintiocho de Febrero de 1961.
Los originales se presentarán por duplicado, con nombre y domicilio del autor. Podrán presentarse también bajo pseudónimo.
Los originales se enviarán al Café Madrid, Avenida de España, 35, San Sebastián.
La composición del Jurado, que presidirá don Miguel Pérez Ferrero, estará formada por José María Bellido Cormenzana, Eugenio Altuna Jáuregui, Elvira Gallurralde Sarasúa, Antonio Nabal Recio, Faustino Marquet Gimeno y Juan Fernández Figueroa (5).

Curiosamente, tan pronto como la noticia saltó a los periódicos, Luis dejó de aparecer por la tertulia a la que solía asistir junto con Bellido y Nabal en el Café Mónaco, ya que acababa de escribir Tiempo de silencio y pensaba presentarla al Premio. Como ya lo había hecho antes con alguna novela inédita, le dejó el manuscrito a su amigo Antonio Nabal para que lo leyera. Al hacerlo, Nabal se dio cuenta de que el concurso había terminado, porque esta novela sería la ganadora. Esto iba a ser bueno para el libro, pero aún mejor para el Premio, porque se iniciaría con una obra importante. En Tiempo de silencio, se había producido la gran ruptura y el gran salto hacia adelante, manifestándose su autor, a partir de entonces, como un gran creador literario. En opinión de Nabal, a Luis no le interesaba la politización de su obra, ya que lo que en aquel momento quería era ganar el Premio, cosa que favorecería la difusión inicial del libro. Precisamente para evitar las connotaciones políticas, la novela se presentó bajo el título de Tiempo frustrado, en vez de Tiempo de silencio, que era más alusivo. No quiso, en cambio, presentarlo con su propio nombre sino empleando el pseudónimo que usaba en su colaboración con el PSOE: Luis Sepúlveda (6).

Ahora vamos a recordar el sistema de votaciones previsto por la organización, ya que, como veremos más adelante, alguno de los miembros del Jurado no lo aplicó adecuadamente con el fin de perjudicar a Luis Martín-Santos.

Sistema de votaciones: Cada miembro del Jurado votará tres obras entre las seleccionadas, según orden de mérito, atribuyéndoles tres, dos y un punto, respectivamente. La obra que sume el menor número de puntos será eliminada. Un posible empate se dirimirá en nueva votación. Si se produjese un tercer empate, dirimirá el voto del Presidente.

En la última eliminatoria, se atribuirán a las obras dos y un punto. Terminada la selección, el Jurado decidirá si concede el premio a la obra finalista, requiriéndose para su otorgamiento cinco votos conformes (7).

La prensa y la radio se hicieron eco del elevado número de originales, sesenta en total, que se habían recibido.

El premio, en un principio, fue acogido con un gran entusiasmo en San Sebastián; prueba de ello fue que, por ejemplo, el Gobernador Civil, Sr. Valencia Remón, se autoinvitó por medio de su Secretario, quien se puso en contacto con Elvira Gallurralde. El Gobernador quería estar presente para potenciar el "Premio Pío Baroja", porque, al mismo tiempo, era dar prestigio a la ciudad y hablar un poco de liberalismo.

También fueron invitados el Presidente de la Diputación, Sr. Vicente Asuero, el Alcalde de la ciudad, Sr. Antonio Vega de Seoane y el Gobernador Militar, General Nieto Arnaiz, junto a sus respectivas esposas. Todos ellos acusaron recibo de las invitaciones y prometieron su asistencia. También se cursaron invitaciones a los directores de las dos radios locales, que transmitirían en directo todo lo que ocurriera en el Café Madrid aquella noche. Incluso, la por entonces joven TVE prometió a los organizadores destacar un equipo móvil para filmar, parte en diferido y parte en directo, los momentos más transcendentales de las votaciones. Como el equipo llegó uno o dos días antes del señalado para la concesión del premio y se situó frente al Café Madrid, ello supuso una publicidad adicional que hizo que el número de personas inscritas para acudir a la cena del premio fuera aumentando.

Los miembros madrileños del Jurado llegaron, como habían convenido, unos días antes de la adjudicación del Premio, alojándose en una pensión que por aquellos años dirigía José María Merino en las afueras de Donostia denominada Gaba-Lore. Merino se ocupó también de la organización de las comidas y cenas del Jurado completo a lo largo de los dos días que permanecieron reunidos en sesión casi permanente en la citada pensión (8).

Los dos miembros del Jurado procedentes de Madrid fueron entrevistados por los periódicos locales. Su optimismo y entusiasmo sobre el premio contrasta con el resultado final que tuvo el Certamen.

Don Miguel Pérez Ferrero fue entrevistado por el periodista y crítico literario José Luis Torres Murillo y su respuesta referente al premio fue la siguiente: Si el Jurado acierta esta noche, el "Pío Baroja" será el premio más importante de novela en España de ahora en adelante. Respondiendo a otra pregunta sobre si había alguna novedad técnica revolucionaria en las novelas a concurso, respondió: "Pascual Duarte" y "Nada" fueron obras revolucionarias, pero me sigue pareciendo verdaderamente revolucionaria "Luz de Domingo", de Ramón Pérez de Ayala. La novedad no hay que buscarla" (9).

El Señor Fernández Figueroa fue entrevistado por José Luis Zubiaurre y la respuesta que dio sobre lo que tenía que ser interesante para el concurso fue la siguiente: El premio para prosperar y acreditarse más bien necesita sacar un nombre inédito, de mérito positivo (10).

En Gaba-Lore estuvieron reunidos los siete miembros del Jurado los dos días anteriores a la adjudicación del premio durante casi treinta y seis horas, discutiendo y tratando de eliminar catorce de las veinte novelas, para quedarse con las seis finalistas. En sí, la tarea, aunque laboriosa, no fue demasiado difícil. Como ocurre casi siempre en los certámenes literarios, no pasaban de cuatro o cinco las auténticas candidatas al premio, lo demás era puro relleno (11).

Las seis seleccionadas fueron:

Mafiana aún no amanece de don Jorge Perrer-Vidal Turull, de Madrid.
Válvulas de escape de don Manuel Carballeira, de Madrid.
La rata de don Juan Parias, de Melilla.
La pirueta de don Emilio Alvarez Negreira, de Pontevedra.
Gusanos de luz, de don Adriano Marco, de Madrid y
Tiempo frustrado de don Luis Sepúlveda, de San Sebastián, un donostiarra, decía la prensa local, que, cosa extraña, nadie conoce" (12).

La misma mañana en la que se iba a otorgar el premio, Miguel Pérez Ferrero, con un absurdo complejo de superioridad o, quizás, por pura ingenuidad, pretendía convencer de las excelencias de la novela de un compañero suyo de redacción y venía a pedir algo así como que acordaran a priori quién sería el ganador. Incluso, en su sinceridad, dijo el pseudónimo del autor y el título de la novela. Aquél no era otro que Carlos Luis Alvarez, más conocido hoy en día por su pseudónimo de Cándido. Su novela, Gusanos de luz, era una buena novela, bien escrita, pero con un sabor mucho más antiguo. Recordaba mucho el estilo de Pérez de Ayala, del que Alvarez era un gran admirador, pero no podía competir en garra, en actualidad, ni en el tema con la de Martín-Santos. Sin decirlo tan claramente, Juan Fernández Figueroa también quería llevar un ganador pensado a priori. Para el resto de los miembros del Jurado resultaba muy molesto tener que insistirles una y otra vez en que no eran ellos los dos únicos jurados y que la decisión sería el resultado de las votaciones que tendrían lugar en el Café Madrid.

Elvira Gallurralde recuerda cómo le llamaron esa mañana para convencerle de que no diera su voto a Tiempo frustrado, le dijeron que era peligroso elegir a Martín-Santos, pero hasta ese mismo día no había observado ningún tipo de presión.

Poco después, Fernández Figueroa y Pérez Ferrero pidieron permiso a Bellido, como dueño de la casa, para usar el teléfono, porque los dos, al mismo tiempo, tenían que hacer algunas importantes llamadas a Madrid. El les dijo que llamaran a quienes quisieran y no dio demasiada importancia al hecho, pero sin embargo, la tuvo. No sabe José María Bellido con quiénes hablaron. No se sabe lo que dijeron del premio, pero el hecho es que dos horas después, los directores de las dos radios locales se llevaban del Café Madrid los equipos de transmisión en directo y desaparecían del recinto del Café los técnicos del equipo móvil de Televisión Española, porque todos ellos habían recibido la orden de no dar ninguna noticia.

Poco tiempo más tarde, les llamaba del Café Madrid el dueño del establecimiento para notificarles que ni el Alcalde ni el Gobernador Civil ni el Presidente de la Diputación, quienes habían prometido acudir a la cena, lo iban a hacer y que corría la voz de que se iba a dar el premio a Martín-Santos para hacer propaganda de tipo socialista. El dueño del Café, de ideas próximas al falangismo, les insistió: Yo no creo nada de eso y seguís teniendo mi confianza. Pero os lo advierto, no van a venir las autoridades y olvidaos de transmisiones en directo o en diferido. Aquí se van largando todos.

Días más tarde, el Gobernador Civil, hablando con Elvira Gallurralde, al comentar ella las presiones que habían sufrido, entre ellas la ausencia del propio Gobernador Civil en el acto, éste le dijo: Ustedes son muy inocentes todavía, esto ha partido del propio Jurado y esto era para favorecer a alguien. Esta es la acusación concreta que formuló el Gobernador Civil y confirma las sospechas de Bellido.

Cuando se puso en conocimiento de los miembros madrileños del Jurado lo que estaba ocurriendo en aquellos momentos en el Café Madrid, no hicieron ningún comentario y se mostraron sorprendidos. A las nueve de la noche, se interrumpió la reunión y se dispusieron a acudir al Café Madrid. Ocuparon sus plazas en torno a la mesa del Jurado y, con los textos elegidos sobre la mesa, se dispusieron a cenar rápidamente, para enfrentarse, lo antes posible, con las primeras votaciones. La novela de Luis Martín-Santos figuraba, claro está, entre las seis seleccionadas, al igual que la de Cándido y la del posible favorito, que escondía bajo la manga al Director de INDICE.

Pero en horior a la verdad, es preciso advertir que en ninguna ocasión hubo entre los cinco jurados vascos el más somero acuerdo acerca de Tiempo frustrado. Nunca se mencionó el nombre de Martín-Santos y todos, salvo quizás Nabal Recio, hablaban de la novela de Luis Sepúlveda, sobre cuya calidad no estaban todos de acuerdo.

Fueron llegando al Café Madrid los asistentes a la cena. La Bella Estrella de España, comenzó a hablar por el micrófono y el local fue adquiriendo un cierto ambiente. De pronto, sorpresivamente, aparecieron allí el Gobernador Militar y su esposa, a los que, por lo visto, no habían llegado las órdenes dadas desde Madrid. Se sorprendieron al no ver llegar a otras autoridades locales, pero permanecieron allí durante todo el tiempo que duró la concesión del premio. Resulta obvio decir que no hubo intervención de TVE ni retransmisión por radio de ningún tipo (13).

Cuando llegó el momento oportuno, comenzaron las votaciones, cuyos resultados la gentil Elena Herrera-Dádiva iba relatando. En la primera votación Mañana aún no amanece, de Jorge Ferrer Vidal, obtuvo 7 puntos. La rata, de Juan Farias, 5. La pirueta, de Emilio Alvarez, 4. Gusanos de luz, de Adriano Marco, 15. Tiempo frustrado, de Luis Sepúlveda, 12 y Válvulas de escape, de Manuel Carballeira, 2, por lo que quedó eliminada esta última.

En las votaciones posteriores fueron eliminadas La rata y La pirueta, quedando en liza, además de Tiempo frustrado, otras dos novelas. En ese momento, los jurados madrileños, en vez de seguir aplicando las normas que obligaban a repartir seis puntos entre tres novelas, puestos, sin duda, de acuerdo, conchabados, en expresión coloquial, volcaron de pronto sus seis votos a una misma novela, que no era, desde luego, la de Martín-Santos. Esto eliminaba a Tiempo frustrado, a la vez que era una ilegalidad, al no ajustarse a las normas antes descritas. Así, Tiempo frustrado obtuvo 12 votos, por 13 de Mañana aún no amanece y 17 de Gusanos de luz. En consecuencia, estas dos últimas quedaron clasificadas para disputar la final.

La noticia salió enseguida del ámbito del Café a la calle, donde un grupo de jóvenes socialistas, al oírla, comenzó a recorrer la Avenida pegando gritos y golpeando al camión del equipo móvil de TVE, que seguía aparcado frente a la puerta del Café. Intervino rápidamente la Policía Armada y se produjeron algunas detenciones. Las cosas, pues, se estaban poniendo muy feas.

Cuando fue eliminada la novela de Martín-Santos, los cronistas de la televisión y de los periódicos recibieron una contraorden. Entonces sí podían dar la noticia del premio. Esto cayó como un rayo a la mayoría de los miembros del Jurado, que se sintieron totalmente manipulados.

A pesar de ello, continuó el acto y en la última votación, Gusanos de luz, con 11 puntos, superó a Mañana aún no amanece, que obtuvo sólo 10. Pero en el reglamento del concurso, figuraba una cláusula, según la cual, el Jurado decidiría si concedía el premio a la obra finalista, requiriéndose para su otorgamiento cinco votos de conformidad. Gallurralde y Nabal dijeron que el premio había que declararlo desierto. De la misma opinión era Marquet. Uno se abstuvo y tres votaron por la adjudicación. Al no alcanzarse los cinco votos necesarios, el premio quedaba desierto.

Al conocerse la noticia, sus amigos recorrieron las calles, lanzando gritos de triunfo.

La prensa local finalizaba el relato de la adjudicación del premio con la frase: Opiniones para todos los gustos, cuando, a las dos de la madrugada, se daba el fallo del máximo Tribunal de este premio literario (14).

La opinión unánime de los miembros del Jurado consultados, Bellido, Gallurralde, Marquet y Nabal, es que el premio Pío Baroja nació nonato, debido a las presiones que recibieron. Veamos las opiniones de cada uno de ellos.

Elvira Gallurralde: Por toda esa serie de presiones tan grandes, la realidad es que tuvimos miedo, fuimos cobardes y no dimos el premio a la novela de Martín-Santos, que para mí era, sin ninguna duda, la mejor de todas las novelas. Todos estábamos defraudados y todos sabíamos que habíamos cometido un acto de cobardía. A mí, "Tiempo frustrado" , me había entusiasmado, porque rompía esquemas y abría cauces nuevos. Destacaba entre todas, por su ironía, por su novedad. Si todavía sigue siendo una gran novela, en aquellos momentos era algo especial (15).

Faustino Marquet: El mayor problema que hubo fue que una indicación gubernativa nos encogió y nos acobardó. Es lamentable que esto pueda ocurrir. Es difícil explicar cómo una persona va a desistir de votar a su novela preferida, pero las circunstancias entonces eran así. El premio murió esa misma noche, por no encontrar ningún original digno del mismo. Fue un desastre (16).

Antonio Nabal Recio: Lo ocurrido entonces es un caso ejemplar de cómo, en tiempos de opresión, un libro puede convertirse en un hecho extraliterario, al margen, por completo, para unos y para otros, de su calidad estética (17).

Posteriormente, la Delegación Provincial de Información, por aquel entonces a cargo de Ugarte y Lambert, citó a José María Bellido ya Antonio Nabal como organizadores y les impuso una sanción por incumplimiento de trámites administrativos. Se les achacó que no habían consignado en Hacienda el importe del premio. Faustino Marquet, que era el encargado de depositarlo, aquella mañana estuvo fuera y por eso se retrasó la entrega del dinero del Premio, pero los jurados eran lo suficientemente solventes como para dar las veinticinco mil pesetas sin ningún problema. La policía quería dar la impresión de que los miembros del Jurado eran unos pobretones que no tenían ni para el premio.

Bellido y Nabal fueron llevados al Gobierno Civil y en la Brígada Político-Social se les abrió ficha, como consecuencia de una alteración del orden público originada por la organización no ajustada a Ley de un premio literario de marcada significación política. Ambos fueron puestos en libertad a las pocas horas (18).

Por un afán de imparcialidad, hemos tratado de ponernos en contacto con Fernández Figueroa. Don José María Laboa Gallego habló telefónicamente con él, recibiendo como respuesta que se encontraba mal de salud, por lo que no recibía a nadie, añadiendo que él no tuvo ningún contacto con Martín-Santos, salvo el hecho de ser miembro del Jurado en un premio de novela (hecho sobre el que queríamos hablar con él) y sobre lo que no recuerda nada (19).

El escritor donostiarra Angel García Ronda, en una pequeña biografía-homenaje a Luis Martín-Santos, se refiere a este premio con estas palabras: El premio falleció el mismo día de su nacimiento al "prohibir" la autoridad "incompetente" su adjudicación a la novela de Luis Martín-Santos (20).

El poeta y escultor Jorge Oteiza también ha hecho una interesante valoración sobre el premio: Por no aceptar su extraordinario "Tiempo de silencio", Guipúzcoa desacreditó su Premio Baroja de Novela en su nacimiento (21).

Tras valorar y contrastar todas la opiniones recogidas, podemos afirmar, a modo de conclusión, que Miguel Pérez Ferrero quería que el premio fuera para Gusanos de luz, escrita por su amigo Carlos Luis Alvarez Cándido. La novela de Martín-Santos Tiempo frustrado, al tener una gran calidad estética, suponía un obstáculo para sus planes. Esto le llevó a él, a Fernández Figueroa o a ambos a llamar a Mardid para informar de que se quería dar el premio a un socialista, con lo que comenzaron la serie de presiones que acobardaron al Jurado, que, en última instancia, salvó su honestidad declarando el premio desierto. Este desenlace no se puede considerar como un éxito, ya que la novela que debería haber conseguido el galardón era Tiempo frustrado (Tiempo de silencio), de Luis Sepúlveda (Luis Martín-Santos). Por todo ello, no fue posible convocar un segundo Premio de Novela Pío Baroja.

 

*Notas

(3.) NABAL RECIO, A., op. cit.
(4.) BELLIDO CORMENZANA, J.M., "Testimonio escrito", San Sebastián, 1-2-87, Apéndice N. 10.
(5.) "I Premio Pío Baroja. Bases", San Sebastián, Noviembre 1960, Apéndice N. 74. (cedido por D. Antonio Nabal Recio).
(6.) NABAL RECIO, A., op. cit. y BELLIDO CORMENZANA, J.M., op. cit.
(7.) "I Premio Pío Baroja. Sistema de votaciones", San Sebastián, 1961, Apéndice N. 74.
(8.) OALLURALDE SARASUA, E. "Testimonio personal", Madrid, 17 -11-87, Apéndice N. 35. y BELLIDO CORMENZANA, J.M., op. cit.
(9.) TORRES MUR1LLO, "Entrevista a D. Miguel Pérez Ferrero. Hoy el Primer Premio Pío Baroja". El Diario Vasco, San Sebastián (8-4-61), p. 12.
(10.) ZUBIAURRE, J.L., "Pregunta a Fernández Figueroa". La Voz de España, San Sebastián (8-4-61), p. 12.
(11.) BELLIDO CORMENZANA, J.M., op. cit.
(12.) SAMPELAYO, J., "Seis novelas finalistas entre las sesenta que se presentaron a concurso". La Voz de España, San Sebastián (8-4-61), p. 11.
(13.) BELLIDO CORMENZANA, J.M., op. cit., completado en algunos aspectos por OALLURRALDE SARASUA, E., op. cit.
(14.) M.V., "Quedó desierto el Primer Premio Pío Baroja de novela". La Voz de España, San Sebastián (9-4-61), p. 9, BELLIDO CORMENZANA, J.M., op. cit. y GALLURRALDE SARASUA, E., op. cit.
(15.) OALLURRALDE SARASUA, E., op. cit.
(16.) MARQUET GIMENO, F., "Testimonio personal", San Sebastián, 16-3-87, Apéndice N. 56.
(17.) NABAL RECIO, A., op. cit.
(18.) BELLIDO CORMENZANA, I.M., op. cit y GALLURRALDE SARASUA, E., op. cit.
(19.) FERNANDEZ FIGUEROA, I., "Conversación telefónica con Don I.M. Laboa Gallego", Madrid, Febrero de 1988, Apéndice N. 32.
(20.) GARCIA RONDA, A., "Luis Martín-Santos. Aquella voz yeste silencio". Muga, Año II, N. 18, p. 54.
(21.) OTEIZA de, 1., Ejercicios espirituales en un túnel. San Sebastián, Ordago S.A., 1984, p. 139.

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